Es
copado, sí, jugando con Emilio arman un dúo divino, la verdad que es un placer
que venga a casa. Pero es una semilla peligrosa, te juro que con toda esa
belleza que tiene, lo que puede salir mete miedo. Sí qué lo sé, y son chiquitos
pero desde su más tierna infancia uno sabe qué va a ser de ellos en el futuro.
Y con este nene puedo asegurarte que va a ser algo temible. No exagero, si digo
carnaval, vos apretá el pomo, ¿estamos? Trajeron a tu angelito de dio´ cerca de
las 3 de la tarde, me recagó la siesta pero eso no es culpa de él, más vale,
tampoco acusarlo de todo. Pero bueno, para las 5, y viendo que no lo pensaban
pasar a buscar pronto, tuve que preparar la merienda. Entonces fui y le
pregunté, tipo propaganda de cindor, así, motrándole la cajita como si fuera el
tesoro perdido, si tomaba una leche, ¿qué me dijo? Leche no. Ah, ¿no tomás
leche? No. Pensé que por ahí tenía problemas con la lactosa, hay una
enfermedad, ¿no? Me pareció raro que la madre no me haya comentado nada, porque
en general los niños no vienen solos, traen como una especie de currículum: es
tranquilo, quizás se pone un poco molesto cuando está cansado, te incluyen
número de contacto por si el pibe se enloquece y te rompe alguna cañería, y
obviamente, los hábitos alimentarios: es celíaco, no come verduras, caramelos
no porque le producen caries, y así, ¿viste qué siempre traen como un
prospecto? Pero de este nene no había recibido ningún comentario, ni siquiera
sobre su problema con la lactosa, y me pareció raro pero pensé que la madre
sería relajada, que confiaba en que el mismo niño pudiera decírmelo, y listo.
Me fui a la cocina y puse agua para el té. Y yo no estoy acostumbrada a
preparar té, sí, obvio, se pone un saquito en la taza y listo. Pero para un
chico no estoy preparada: no sé si lo toma caliente, si no hay peligro con que
se vuelque y tenga que llevarlo a una guardia de quemados, qué sé yo. Entonces
volví y le pregunté: ¿caliente? Sí, me gusta calentito. Ah… ¿y azúcar, tres?
No, azúcar no, miel. ¡Miel! ¿De dónde mierda iba a sacar miel? Decir que
existen los vecinos, le tiré un mensaje a Bettina y me alcanzó un frasco, sino
no sé qué hacía. Y ahora el colmo, el sumun de los sumun: ¿galletitas de
chocolate, te gustan las de chocolate? No, me gustan las de vainilla. Cagamos
pensé, ¡vainilla! ¿Desde cuándo hay galletitas de vainilla en la casa de un
niño? ¡Nunca! Pero algo tenía que darle, y pensé, traté de acordarme qué había
en la alacena, que nunca hay un carajo pero criollitas siempre hay. Y me dio
vergüenza convidar eso, pero le dije igual ¿galletitas de agua? Sí, perfectas,
son muy sanas, ¡muy sanas dijo!
Té con miel y galletitas de agua, ¿te
das cuenta ahora? ¿Llegás a dimensionar? Ese pibe, a los 30, es el típico
pelotudo vegetariano, que está bueno pero para garchártelo antes lo tenés que
escuchar hablar del calentamiento global, y para colmo, cuando termina su
discurso ecologista de no menos de 40 minutos, ahí, cuando vos decís listo,
ahora lo emborracho y me lo cojo, te dice soy abstemio. Eso, eso mismo, va a
ser esa criaturita, así, tan bonito como lo ves, termina convertido en un
monstruo.
vegano, ortoréxico, nada bueno le espera . . . pero no contagia
ResponderEliminarf
UN pronóstico terrible!
ResponderEliminarBuenísimo el blog Mara.
No te escribí antes porque ando emkilombado (nada, lo normal).
En breve te escribo,
un beso enorme.
Lito
Lito
Eliminaresperamos que tus cosas se ordenen pronto !!
un abrazo
f